lunes, 28 de diciembre de 2009

Texto de prueba (Tomado de Alfredo Molano Bravo) del espectador del 06 de diciembre de 2009.

Hablemos claro: desde hace medio siglo se desenvuelve una estrategia para borrar de nuestra geografía a un personaje histórico: el campesino. Parecería gratuita, parcializada y exagerada la conclusión, si no fuera por los 300.000 muertos de la primera violencia, los millones de refugiados —nunca registrados— que ocasionaron esos asesinatos, los cuatro millones que hoy deambulan de semáforo en semáforo, los millones de campesinos que se han escondido entre la selva obligados a cultivar coca, los que han muerto en esta guerra que día a día aumenta, los desaparecidos, los secuestrados, los mutilados y, claro está, los jóvenes reclutados por los tres ejércitos que combaten unos contra otros. Son los campesinos —colonos, indígenas o negros— los que llevan del bulto: ponen los muertos, las viudas, los huérfanos y las tierras. No es nuevo: todas las guerras civiles de los siglos XIX y XX han sido alimentadas de la misma manera.